En la actualidad, la digitalidad está contribuyendo a una permutación cuantitativa, veloz y visual del conocimiento, donde la textualización, como tecnología heredera de un conocimiento jerárquico y de raíz monoteísta y binaria, se correlaciona con otros medios de conocimiento, como el sonido o la imagen.
En el actual espacio pedagógico digital, las teorías se simplifican en píldoras informativas, en videos y hashtags, por lo que es tentador hacer uso de esta manera de crear y transferir conocimiento, a ratos encapsulada y reduccionista.
Pese a que se han posibilitado de forma rápida cambios sociológicos y políticos significativos (aunque no tanto en las llamadas instituciones o estructuras y la eterna problemática de la pertenencia o no a las mismas), se da como consecuencia, un acceso superficial y rápido al conocimiento para una audiencia más amplia. Posiblemente esta no ha experimentado opresión y no se vea en la necesidad de realizar una reflexión crítica más allá de más allá de lo que conoce y aprende visualmente.
De esta manera, las plataformas digitales empaquetan el conocimiento. Las comunidades que históricamente han sido excluidas del archivo, que son muchas y cuya cuantificación se vuelve cada vez más difícil debido principalmente a su génesis textualizante, ahora forman parte de esta nueva intermedialidad digital.
Estas comunidades ahora se consumen.
A golpe de enter o pulsando en el móvil, la rápidez en la comprensión y transferencia -téorica y digital- del relato de estas comunidades ya forman parte del consumo de todos. Las experiencias primigenias de dolor se van diluyendo entre el ruido, lo cuantitativo y la visualización-observación. De aquellxs que han sufrido estas experiencias, habrá quien quiera explotarlas, como también habrá quien prefiera no revivirlas y seguir hacia adelante sin su resonancia. Frente a ellas, quienes que no pasan por estas situaciones, ahora podrán ofrecer el relato de las experiencias de las primeras, en clave de instrucción o como hito logrado.
Esto sirve para lanzar la siguiente pregunta/premisa.
Si nuestro conocimiento – de todas estas experiencias – es cada vez tan cuantitativo como intermedial (llegando quizás a la entropía), ¿esta nueva forma de adquisición y mediación de conocimiento nos convertirá en mejores personas o solo en más sabias?
Lo que se ha expuesto, con acierto o sin él, sirve para esgrimir que es importante no olvidar -en lo sonoro- el relato audible de comunidades que experimentaron opresión. Comprendiendo y reflexionando – en la escucha – sobre su testimonio.
Influencias>
Abdalla Uba Adamu, Amiri Baraka, Nabia Abbott, Sarah Ahmed, Talal Asad, Peter Brown, Anna Everett, Tarif Khalidi, Lawrence Kramer, Cecile Malaspina, Joan Morgan, Nasr Hamid Abu Zayd, Casey O’Callaghan, Walter Ong, Paul B. Preciado, Franz Rosenthal, Gregor Schoeler, Catherine Knight Steele, Tonia Sutherland, Salomé Voegelin, entre otrxs…
